
El mito popular dice que consumir una copa de alcohol antes de dormir puede ayudar a conciliar el sueño, y hasta cierto punto es cierto, ya que la sustancia entra en el torrente sanguíneo a través del estómago, desde donde se dirige hacia el hígado y el cerebro. Y es justamente en el cerebro donde provoca la liberación de serotonina y dopamina, generando un efecto de recompensa y relajación.
Junto con lo anterior, el alcohol también desarrolla un efecto calmante y soporífero a través de los neurotransmisores, así que en cierta medida sí es cierto que ayuda a conciliar el sueño, pero de acuerdo a algunos expertos esto no quiere decir que sirva para dormir mejor.
El efecto calmante que entrega el consumo de alcohol dura unas cuatro o cinco horas, desde ese instante se empieza a dormir peor, incluso llegando a despertar. “Esto se debe a que el alcohol se descompone en acetaldehído en el organismo”, explica al respecto el gastroenterólogo e investigador especializado en alcohol Helmut Seitz.
El compuesto del acetaldehído hace que en el cerebro se liberen adrenalina y cortisol -la hormona del estrés-, explica Seitz, lo que “garantiza que nos despertemos y permanezcamos despiertos”.
ADN Chile






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