Este lunes 13 de mayo la Iglesia celebra a Nuestra Señora de Fátima, una de las advocaciones marianas más extendidas en el mundo católico.

El 13 de mayo de 1917, recuerda Aciprensa, la Virgen se apareció por primera vez a tres humildes pastorcitos en Cova de Iría, Fátima (Portugal).

“No tengáis miedo. No os haré daño”, le dijo la Virgen María a Lucía, Jacinta y Francisco, los tres niños portugueses que fueron sobrepasados por lo que veían sus ojos: aquella “señora vestida de blanco, más brillante que el sol”.

Tras el impacto inicial, la Virgen les reveló de dónde venía: había bajado del cielo para ayudar a fortalecer el lazo que hay entre Dios y los hombres. A continuación, pediría a los tres que volvieran a aquel mismo lugar el día 13 de cada mes, a la misma hora, por los siguientes seis meses.

Varios mensajes dio la Virgen. Uno de ellos: “Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”.

Meses después de ocurridas las apariciones, Francisco y Jacinta Marto -quienes eran hermanos- fallecieron por enfermedad. Lucía Santos les sobreviviría y se convertiría en monja de clausura.

En el 2000, los videntes Jacinto y Francisca fueron beatificados en una ceremonia que contó con la presencia de Sor Lucía. La religiosa falleció en 2005.

Un clamor por la paz en Ucrania, Tierra Santa y en todo el mundo es lo que se oyó este lunes en el santuario de Fátima, en Portugal, donde se celebró la peregrinación anual presidida este año por el arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella.

«Oremos por la paz en el mundo (…). ¿Cuántos países necesitan y reclaman la paz?», preguntó.

Animó a los fieles a ser «misioneros en todo el mundo» para llevar a cabo una misión evangelizadora y les urgió a vivir «unidos» y en fraternidad: «No podemos estar divididos», consideró.

Con información del Diario Panorama

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