Es común que durante el verano los niños, por curiosidad o en sus juegos, ingieran agua de mar o arena. Esto suele generar gran preocupación en los padres. Sin embargo, la Sociedad Italiana de Pediatría ofrece tranquilidad a las familias.

Si bien el agua de mar, debido a su alto contenido de sal, no es beneficiosa para el organismo infantil, los pediatras aseguran que una pequeña cantidad no causará daños significativos. De hecho, recomiendan ofrecer al niño agua dulce para ayudar a eliminar el exceso de sal.

En cuanto a la ingestión de arena, los expertos señalan que los riesgos están asociados principalmente a la presencia de cuerpos extraños o microorganismos. No obstante, indican que pequeñas cantidades de arena no suelen causar problemas graves. La propia sensación de los granos en la boca suele ser desagradable para los niños, lo que disuade de repetir la acción.

La puericultora Rondine de Luca destaca que los padres deben mantener la calma, ya que los niños generalmente no ingieren grandes cantidades de arena y suelen mostrar rechazo ante su sabor.

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