Brooklyn McCasland, una joven de 23 años, se enfrenta a las consecuencias de un descuido que le cambió la vida. Tras un día de playa en Alabama, Estados Unidos, y luego de nadar con sus lentes de contacto puestos, comenzó a experimentar una molestia en el ojo que inicialmente atribuyó a un simple grano de arena. Sin embargo, lo que parecía una molestia pasajera resultó ser una grave infección ocular.

A pesar de buscar atención médica, Brooklyn recibió diagnósticos erróneos durante semanas, lo que retrasó el tratamiento adecuado y agravó su condición. El dolor era intenso y constante, describiéndolo como el peor que jamás había experimentado. Finalmente, se le diagnosticó queratitis por Acanthamoeba, una infección parasitaria poco común causada por una ameba que se alojó en su lente de contacto.
La infección provocó una pérdida gradual de la visión en su ojo derecho, hasta dejarla completamente ciega. Los médicos intentaron tratar una abrasión corneal, pero la infección ya había avanzado demasiado. Tras el diagnóstico, Brooklyn tuvo que someterse a un tratamiento prolongado y doloroso, y utilizar un parche ocular durante varios días. Al quitarse el vendaje, se dio cuenta de que había perdido la visión de ese ojo, lo que afectó significativamente su calidad de vida y su percepción del mundo.
Esta experiencia ha obligado a Brooklyn a replantear su vida. Ha tenido que dejar su trabajo debido a las limitaciones impuestas por su condición y ahora debe esperar un año para ser candidata a un trasplante de córnea.







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