La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido el síndrome del burnout, también conocido como el ‘síndrome del trabajador quemado’ o ‘síndrome de desgaste profesional’, como un problema de salud cada vez más frecuente, especialmente desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Se estima que un 30% de la población mundial padece este síndrome, relacionado principalmente con el estrés laboral, aunque cualquier tipo de estrés por exceso de actividad puede desencadenarlo.

El estrés, en sí mismo, es una respuesta fisiológica del cuerpo ante un reto o una amenaza. Sin embargo, cuando se experimenta de forma constante, puede convertirse en un grave problema de salud. Según el médico psiquiatra y psicoterapeuta Carlos Cenalmor, «el estrés laboral y el burnout provocan muchas otras enfermedades cuando se agravan. Sobre todo, hace que perdamos calidad de vida, y nos incapacita para disfrutar del día a día, y conectar con lo que vivimos».
Cenalmor, conocido por su enfoque integral de la salud mental, lamenta que uno de los problemas actuales en el tratamiento del burnout sea la medicalización sin abordar la raíz del problema. «La herramienta de las pastillas suele ser muy limitada y por eso a mí me gusta optar por un abordaje integral, donde abordar tanto la parte física o corporal, con el deporte y la nutrición, así como la esfera de la salud mental», remarca.
El psiquiatra insiste en que padecer ‘burnout’ no significa solo estar atravesando una etapa de mayor estrés y cansancio, o el estar harto de nuestro trabajo, «para muchos una vocación que llegan a perder». Advierte que este síndrome puede llegar a suponer la destrucción del cuerpo, de la mente e incluso del espíritu. «Una destrucción lenta, pero firme, y que deberías evitar a toda costa», sentencia Cenalmor.
La OMS y los expertos en salud mental recomiendan abordar el burnout desde un enfoque multidisciplinario que incluya terapia psicológica, cambios en el estilo de vida, técnicas de relajación y, en algunos casos, medicación.







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