Ahora con el gran peso que significa que en cuestión de semanas muchos se convertirán automáticamente en “deportables”, el “sueño americano” se convierte en un desafío, que luce con pocas salidas, para por lo menos 25 mil venezolanos que se encuentran en albergues municipales de la ciudad de Nueva York, luego de haber cruzado la frontera sur con México y solicitar refugio.

Ocho de cada 10 venezolanos encuestados aseguran que tienen “nada a poca esperanza” de progresar en esa urbe estadounidense, 9 de cada 10 considera que debe moverse a otro sitio para poder siquiera vivir dignamente, 7 de cada 10 considera que fue una mala decisión venderlo todo en Venezuela o abandonar otras ciudades suramericanas, para apostar a los Estados Unidos.

Para muchos de los consultados, la opción de España y Canadá aparece en los sondeos como una alternativa.

Como explica el periodista @fermartinezm, basado en informes preliminares de una investigación periodística que encabeza en la Gran Manzana, se evidencia que gran parte de este grupo de venezolanos que emigraron a esa ciudad, sin contactos familiares, solo bajo el consejo de traficantes humanos (coyotes), que los persuadieron a emprender esa “ruta”, bajo un supuesto mundo de oportunidades, se encuentran atrapados: con pocas o ninguna oportunidades de trabajo, en un clima de rechazo a la migración venezolana, con amenazas de ser deportados, con pocas posibilidades de integrarse a otras comunidades hispanas y enfrentando el duro estigma de generalización que existe sobre el Tren de Aragua.

“Decir que eres venezolano y que vives en un refugio, es casi que un cierre de puerta para todo. No hay oportunidades para progresar. Es desesperante, porque casi que debes depender de la caridad pública. Y eso es obvio que también se terminará pronto”, indicó “Carmen” una migrante margariteña, quien ya lleva un año en un hotel refugio en el centro de Manhattan.

Como indica “Carmen”, para todos sus compatriotas su plan era estar un tiempo en el albergue, para emprender su camino al “sueño americano”. Pero a su juicio “ser un venezolano, que vive en un refugio” es un estigma muy negativo.

“Nadie te quiere alquilar, aquí todo es carísimo, así tengas permiso de trabajo no hay muchas opciones dignas para quien no habla inglés. Muchas personas están buscando opciones, porque aquí en esta situación es desesperante vivir. Ahora a todos nos ponen en el mismo saco del Tren de Aragua”, comentó.

Texto y Fotos : Fernando Martínez

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