José Daniel Simancas, un venezolano de 30 años deportado desde Estados Unidos, ha compartido su experiencia en la base naval de Guantánamo, donde fue recluido durante cuatro días antes de ser enviado de regreso a su país. En una entrevista con Caracol, Simancas relató las condiciones de vida en la prisión y los efectos devastadores que tuvo en su salud mental.

Según Simancas, ninguna autoridad le informó previamente sobre su traslado a Guantánamo, lo que lo dejó en un estado de confusión y miedo. «Nunca dicen nada, nunca explican nada. Nos dimos cuenta de que estábamos en Guantánamo porque había un poco de militares más. Nos montaron en un autobús, no podíamos ver nada, todo estaba oscuro», relató.

El venezolano describió cómo, tanto él como sus compañeros, comenzaron a experimentar un deterioro emocional. «Estuvimos enloqueciendo tras las rejas», comentó. A pesar de su breve estancia, la situación fue tan abrumadora que llegó a considerar el suicidio. «El día que nos sacaron, hicimos huelga. Pateamos las puertas, tapamos las cámaras con papel higiénico. Nos estábamos volviendo locos», afirmó Simancas, quien calificó la experiencia en Guantánamo como «un verdadero terror».

Además de los traumas psicológicos, Simancas también enfrentó problemas de salud física, tras haber recibido una golpiza de parte de otros detenidos mexicanos antes de su deportación. Actualmente se encuentra en Guárico, donde el Gobierno de Nicolás Maduro lo envió el pasado domingo. A pesar de su liberación, el joven expresa su preocupación por su futuro y el de su familia, lamentando no haber podido cumplir su sueño de trabajar en Estados Unidos.

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