Muchas personas asumen que ganar peso con la edad es inevitable, atribuyéndolo a un metabolismo que se ralentiza naturalmente. Sin embargo, la ciencia revela una verdad diferente: tu metabolismo no se desploma drásticamente al envejecer.  El aumento de peso que experimentan algunas personas no es una consecuencia directa del paso del tiempo, sino más bien el resultado de cambios en el estilo de vida que a menudo acompañan al envejecimiento.

El verdadero culpable detrás de la balanza que se inclina hacia arriba es la pérdida de masa muscular, un proceso que se acelera si no se toman medidas para contrarrestarlo. Cuando los músculos no se entrenan adecuadamente, comienzan a disminuir, lo que tiene un impacto significativo en el metabolismo.  Esta pérdida muscular provoca que el metabolismo se vuelva menos eficiente, disminuye la sensibilidad a la insulina y, como resultado, el cuerpo tiende a acumular más grasa corporal.

Las consecuencias de la pérdida muscular van más allá de la estética.  Un cuerpo con menos músculo se vuelve más resistente a la insulina, lo que incrementa los antojos y la acumulación de grasa. Además, se reduce el gasto energético en reposo, lo que significa que se queman menos calorías incluso sin hacer nada.  La fatiga y la falta de energía para moverse se hacen más presentes, y regular los niveles de azúcar en sangre se convierte en un desafío mayor.

Afortunadamente, esta situación no es irreversible.  La clave para mantener un metabolismo saludable no reside en la edad, sino en factores modificables del estilo de vida.  La masa muscular juega un papel crucial: a mayor masa muscular, más calorías se queman en reposo. Una alimentación rica en proteínas es fundamental para preservar y construir músculo. La actividad física, especialmente el entrenamiento de fuerza, es esencial.  Finalmente, el descanso adecuado y el manejo del estrés impactan positivamente las hormonas y el metabolismo.