Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha encendido las alarmas al revelar que más de mil millones de personas en el planeta, lo que equivale a uno de cada ocho habitantes, padecen de obesidad. La OMS advierte que esta condición se ha convertido en la forma más común de malnutrición a nivel global, trascendiendo edades, etnias y niveles socioeconómicos, consolidándose como un problema de salud pública de alcance mundial.

Si bien los efectos negativos de la obesidad en la salud física y la calidad de vida han sido ampliamente documentados, en los últimos años ha surgido una preocupante tendencia a romantizar el exceso de peso. Esta idealización minimiza los serios riesgos para la salud asociados a la obesidad, promoviendo una aceptación acrítica que ignora las graves consecuencias de esta enfermedad, generando confusión en la población y desestimando la importancia de la prevención y el tratamiento.

El endocrino José Guillermo García, en declaraciones para El Diario,  advirtió sobre los peligros de esta romantización: “Romantizar la obesidad se trata de una distorsión poco saludable que promueve la aceptación de una condición que acarrea múltiples complicaciones, que se han comprobado científicamente”. El especialista enfatizó que normalizar la obesidad puede llevar a las personas a ignorar los riesgos y a no buscar la ayuda médica necesaria para abordar esta condición que incrementa la probabilidad de desarrollar diabetes, hipertensión y enfermedades coronarias, entre otros problemas de salud severos.

La nutricionista Yesenia Gil coincide en la importancia de la aceptación del peso corporal, pero subraya que esta aceptación no debe interpretarse como una justificación para la inacción.  “A mis consultas llega mucha gente preocupada porque el peso ya no le permite realizar actividades cotidianas”, explicó Gil para El Diario.  La experta destaca que la preocupación de las personas radica en las limitaciones físicas que impone la obesidad, impulsándolas a buscar mejorar su alimentación y adoptar la práctica regular de ejercicio físico como estrategias fundamentales para combatir la enfermedad.

En este sentido, Yesenia Gil hace un llamado a la conciencia pública sobre los riesgos reales de la obesidad, instando a evitar la romantización de un problema de salud que va mucho más allá de consideraciones estéticas.  La nutricionista enfatiza que la prioridad debe ser la salud y el bienestar, promoviendo hábitos de vida saludables y buscando el apoyo profesional necesario para prevenir y tratar la obesidad,  en lugar de minimizar sus graves implicaciones.

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