Aunque a primera vista la conexión entre una dolencia bucal y una enfermedad articular parezca remota, investigaciones recientes sugieren una relación intrigante. Científicos exploran la hipótesis de que la salud de nuestra boca podría influir significativamente en la aparición y el desarrollo de la artritis reumatoide, una enfermedad autoinmune que afecta las articulaciones.

Una teoría central en esta conexión se basa en la bacteria Porphyromonas gingivalis, principal causante de la periodontitis. Se postula que esta bacteria tiene la capacidad de alterar la respuesta del cuerpo a las proteínas citrulinadas. Ante esta alteración, el sistema inmunitario reacciona generando anticuerpos para combatir lo que percibe como una amenaza. Desafortunadamente, estos anticuerpos, destinados a proteger, también pueden atacar las articulaciones, desencadenando o exacerbando la artritis reumatoide.

Estudios científicos respaldan esta hipótesis al demostrar que estos anticuerpos pueden detectarse en el organismo hasta una década antes de que se manifiesten los síntomas de la artritis reumatoide. Este hallazgo sugiere que el origen de la reacción autoinmune podría situarse fuera de las articulaciones, posiblemente en tejidos inflamados como las mucosas bucales afectadas por la periodontitis.

Es importante destacar que la enfermedad periodontal y la artritis reumatoide comparten factores de riesgo comunes, como el tabaquismo. El tabaco se asocia a la presencia de proteínas citrulinadas, reforzando aún más el vínculo entre ambas condiciones. El tratamiento convencional de la artritis reumatoide se centra en reducir la inflamación y retrasar el daño articular, utilizando antiinflamatorios, fármacos antirreumáticos y corticosteroides.

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