Con la llegada de los cambios de estación y el aumento de las enfermedades respiratorias, la naturaleza nos ofrece un aliado sabroso y nutritivo: la mandarina. Esta fruta cítrica, compuesta en un 88 % por agua y aportando aproximadamente dos gramos de fibra por ración, se presenta como una excelente opción para incluir en la dieta diaria, especialmente por su potencial para prevenir los resfriados y fortalecer el sistema inmunológico de manera natural.

Según la información proporcionada por la Fundación Española de la Nutrición (FEN), la mandarina destaca por ser una fuente importante de vitamina C, aunque su contenido sea ligeramente inferior al de las naranjas. No obstante, su aporte de provitamina A supera al de otros cítricos, lo que añade beneficios significativos para la salud ocular y el cuidado de la piel. Estas propiedades nutricionales convierten a la mandarina en un complemento ideal para mantener una buena salud general.
El consumo regular de mandarinas se asocia directamente con un sistema inmunológico más robusto, gracias a su considerable concentración de vitamina C. Esta vitamina esencial juega un papel crucial en la defensa del organismo contra virus y bacterias, contribuyendo a la prevención de infecciones comunes como el resfriado. Además, la presencia de flavonoides y carotenoides en la mandarina actúa como un potente antioxidante, protegiendo las células del daño oxidativo y reduciendo así el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas a largo plazo.
Otro beneficio notable de la mandarina radica en su capacidad antiinflamatoria. Los compuestos bioactivos presentes en esta fruta cítrica han demostrado tener efectos positivos en la reducción de procesos inflamatorios dentro del cuerpo. Esta propiedad puede ser especialmente beneficiosa para aquellas personas que sufren de afecciones inflamatorias, proporcionando un alivio natural y complementario a otros tratamientos.







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