Lo que tradicionalmente se ha asociado con la infancia está ganando reconocimiento en el ámbito de la salud mental. Expertos señalan que la práctica de los adultos de dormir acompañados de animales de peluche trasciende una simple costumbre, convirtiéndose en una estrategia válida y reconfortante para mejorar su bienestar emocional general. Esta tendencia, lejos de ser considerada infantil, está siendo respaldada por investigaciones que exploran los beneficios psicológicos de este tipo de apego.

Diversos estudios han comenzado a evidenciar cómo el acto de abrazar un peluche puede tener efectos significativamente positivos en la salud mental. Se ha observado que esta acción puede contribuir a la reducción de los niveles de estrés y ansiedad, e incluso influir positivamente en la calidad del sueño. Los peluches actúan como objetos de consuelo y proporcionan una sensación de conexión emocional, lo que a su vez estimula la liberación de oxitocina, una hormona asociada con sentimientos de bienestar y relajación. Esta respuesta fisiológica resulta particularmente útil para aquellos que luchan contra el insomnio o experimentan sentimientos de soledad.
Profesionales de la terapia explican que este tipo de apego a objetos suaves no debe interpretarse como un signo de inmadurez emocional. Por el contrario, se considera una herramienta de afrontamiento sencilla y efectiva que los adultos pueden utilizar para gestionar diversas emociones y estados de ánimo. La presencia de un peluche puede evocar sentimientos de seguridad y calma, actuando como un ancla emocional en momentos de tensión o incertidumbre.







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