La mandarina, una fruta cítrica popular por su sabor dulce y refrescante, es mucho más que un simple deleite para el paladar. La Fundación Española de la Nutrición ha resaltado su valioso perfil nutricional, que incluye una notable concentración de vitaminas A y C, ácidos orgánicos y flavonoides. Esta rica composición convierte a la mandarina en un aliado natural para fortalecer el sistema inmunológico, ayudando al organismo a defenderse de agentes externos, y para promover una digestión saludable gracias a su contenido de fibra y otros compuestos bioactivos.

Sin embargo, el nutricionista Manuel Viso ha llamado la atención sobre una práctica común que podría estar limitando los beneficios de esta fruta: desechar el albedo. El albedo, la parte blanca y fibrosa que se encuentra adherida a la pulpa y entre los gajos de la mandarina, concentra una cantidad significativa de flavonoides, potentes antioxidantes que combaten el daño celular. Además, Viso subraya que el albedo contiene una dosis superior de vitamina C en comparación con la propia pulpa, lo que refuerza aún más su importancia nutricional.
Aunque la naranja es reconocida por su mayor contenido de vitamina C, la mandarina sigue siendo una fuente importante de este nutriente esencial para el organismo. La vitamina C participa en numerosas funciones, desde la producción de colágeno hasta la absorción de hierro. Adicionalmente, la mandarina destaca por su alto contenido en ácido fólico, una vitamina del grupo B que juega un papel crucial en la producción de glóbulos rojos y blancos, fundamentales para la salud sanguínea y la respuesta inmunitaria.
Finalmente, la Fundación Española de la Nutrición también destaca la presencia de provitamina A en la mandarina, un precursor del retinol que contribuye a diversos procesos esenciales del organismo, incluyendo la salud visual, el crecimiento celular y la función inmunológica.







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