Un reciente estudio de la prestigiosa Universidad de Stanford ha arrojado luz sobre un cambio significativo en la fisiología humana. Investigadores han descubierto que la temperatura corporal promedio ha experimentado una notable disminución en las últimas décadas, situándose ahora en 36,6 °C. Este hallazgo, publicado en una importante revista científica, sugiere que las mejoras sustanciales en la salud pública y las condiciones de vida a lo largo del tiempo han contribuido a este descenso gradual.

La investigación subraya que la temperatura corporal no es una constante universal, sino que está influenciada por una variedad de factores intrínsecos y ambientales. La edad, el sexo, la hora del día en que se realiza la medición e incluso la ubicación específica del cuerpo donde se toma la temperatura juegan un papel crucial en esta variación. Estos resultados ponen en tela de juicio el estándar de 37 °C establecido en el siglo XIX por el médico alemán Carl Wunderlich, una referencia que ha perdurado durante más de un siglo.

Una de las implicaciones más importantes de este estudio radica en la definición clínica de la fiebre. Tradicionalmente, se considera que una persona tiene fiebre cuando su temperatura supera los 37,5 °C. Sin embargo, la nueva evidencia sugiere que este umbral podría no ser aplicable a todos los individuos. La variabilidad en la temperatura basal implica que el diagnóstico preciso de una infección podría requerir un enfoque médico más personalizado, considerando los rangos de temperatura normales para cada paciente en particular.

Los exhaustivos análisis realizados por el equipo de Stanford revelaron que la nueva temperatura promedio se sitúa en 36,64 °C. Además, identificaron que el 95% de las mediciones se encontraron dentro de un rango que oscila entre los 35,95 °C y los 37,33 °C.

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