Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista PLOS ONE arroja nueva luz sobre el curioso fenómeno del bostezo contagioso. Los investigadores Ivan Norscia y Elisabetta Palagi demostraron que la probabilidad de contagiarse de un bostezo se incrementa significativamente entre individuos que comparten vínculos emocionales estrechos. Familiares, amigos íntimos y parejas son mucho más propensos a «atrapar» el bostezo de otro en comparación con conocidos o personas completamente extrañas.

Los hallazgos de este estudio sugieren que la cercanía emocional juega un papel crucial como predictor de la frecuencia del bostezo contagioso. 

Según los autores, este comportamiento aparentemente involuntario podría ser una manifestación de una conexión afectiva subyacente. La investigación abre interesantes interrogantes sobre la naturaleza de nuestras interacciones sociales y cómo se manifiestan incluso en actos tan cotidianos como un simple bostezo.

Estudios previos ya habían explorado la posible conexión entre el bostezo contagioso y la empatía, sugiriendo que las personas con mayor sensibilidad emocional tienden a ser más susceptibles a este fenómeno. No obstante, otras investigaciones han señalado que factores como la atención prestada, el entorno en el que se produce el bostezo o la percepción social del individuo que bosteza también podrían influir en la probabilidad de contagio.

A pesar de que las causas exactas del bostezo contagioso aún son objeto de debate científico, la investigación de Norscia y Palagi refuerza la idea de que este comportamiento está intrínsecamente ligado a nuestras relaciones sociales más cercanas.

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