Un estudio conjunto llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Exeter y la Universidad de Sheffield ha arrojado una sorprendente revelación sobre la percepción visual en los bebés. La investigación observó que los recién nacidos muestran una clara preferencia por los rostros que generalmente son considerados «atractivos» por los adultos, una tendencia que se manifiesta con tan solo unos días de vida.

Según los experimentos dirigidos por el psicólogo Alan Slater, bebés con edades comprendidas entre 2 y 3 días fueron expuestos a fotografías de diferentes rostros. Los resultados mostraron consistentemente que los lactantes pasaban significativamente más tiempo observando aquellas imágenes que un panel de adultos había calificado previamente como más «atractivas». Este hallazgo es particularmente notable porque la inclinación se registra en una etapa de vida prácticamente carente de socialización.
La existencia de esta preferencia tan temprana sugiere que la atracción por ciertos rasgos faciales podría no ser exclusivamente un producto del aprendizaje cultural o la experiencia social, sino que podría tener profundas bases biológicas e innatas. Este descubrimiento desafía la idea de que la percepción de la belleza es puramente subjetiva o aprendida, apuntando hacia mecanismos cerebrales predispuestos.
Una de las hipótesis más respaldadas para explicar este fenómeno se relaciona con la manera en que el cerebro procesa la información visual. Se postula que consideramos «atractivos» aquellos rostros que presentan simetría y rasgos promedio porque son más fáciles y eficientes de procesar por el sistema visual. Adicionalmente, desde una perspectiva evolutiva, estas características podrían haber estado asociadas a la salud y a una genética favorable, lo que explicaría una predisposición biológica a encontrarlas agradables.







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