Un reciente estudio de Amerisleep, en colaboración con dermatólogos, ha revelado una impactante verdad sobre la higiene del sueño: las fundas de almohada que parecen limpias pueden albergar hasta 3 millones de bacterias en solo una semana. Esta cifra asombrosa equivale a 17,000 veces más microbios que los encontrados en el asiento promedio de un inodoro, desatando una señal de alarma sobre la limpieza de nuestro espacio de descanso.

La investigación detalla cómo cada noche, nuestras almohadas se convierten en un caldo de cultivo. Dejamos en ellas una mezcla de sudor, aceites corporales, residuos de cosméticos y aproximadamente 50 millones de células muertas de la piel. Este cóctel orgánico crea un ambiente idílico para la proliferación de ácaros del polvo, que se alimentan y reproducen en este hábitat inesperado.
Además, el estudio destaca que diversos patógenos pueden sobrevivir durante días en los tejidos comunes de la ropa de cama. Esta persistencia microbiana no es una cuestión menor, ya que aumenta significativamente el riesgo de sufrir irritaciones cutáneas, brotes de acné y reacciones alérgicas, afectando directamente nuestra salud dermatológica y respiratoria.
Ante estos hallazgos, los especialistas ofrecen recomendaciones claras para mitigar los riesgos: cambiar la funda de la almohada cada 2 o 3 noches es crucial, así como lavar las sábanas semanalmente con agua caliente. También aconsejan evitar dormir con maquillaje o productos grasos en el rostro para reducir la acumulación de residuos y mantener un ambiente de sueño más higiénico.







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