Su popularidad en redes sociales es innegable. Con una apariencia «exótica» de pelaje blanco níveo y, a menudo, ojos claros, los bulldogs franceses albinos se han convertido en una sensación viral, atrayendo miles de «me gusta» y comentarios que alaban su singular belleza. Esta fama en plataformas como Instagram y TikTok ha disparado su demanda y, con ello, su precio en el mercado de mascotas exóticas. Sin embargo, detrás de esta llamativa fachada se esconde una preocupante realidad genética que compromete gravemente el bienestar de estos animales, un alto costo que pagan por una estética que se aleja de los estándares saludables de la raza.

Expertos veterinarios y criadores éticos advierten que el albinismo en estos perros es el resultado de una mutación genética que provoca una falta total de pigmentación. Esta condición, lejos de ser un simple rasgo de color, está intrínsecamente ligada a una serie de problemas de salud. La ausencia de melanina los hace extremadamente sensibles a la luz solar, derivando en quemaduras graves y un riesgo significativamente mayor de desarrollar cáncer de piel. Además, es común que padezcan deficiencias visuales, como fotofobia (sensibilidad extrema a la luz) y estrabismo, debido a un desarrollo anormal del nervio óptico. En muchos casos, lo que se comercializa como «albino» corresponde en realidad a perros con un doble gen merle, una combinación genética que, según fuentes como el American Kennel Club (AKC), se asocia con una alta incidencia de sordera y ceguera.

Frente a esta tendencia, las principales organizaciones cinófilas a nivel mundial no reconocen al color albino dentro de los estándares oficiales del bulldog francés. La Federación Cinológica Internacional (FCI) y el AKC establecen una gama de colores aceptados que no incluyen esta variante, y descalifican colores como el merle, precisamente por estar asociado a problemas de salud hereditarios.