El espéculo vaginal, un instrumento frío, duro y metálico a menudo asociado con incomodidad y dolor, ha sido durante mucho tiempo una herramienta indispensable en los exámenes ginecológicos. A pesar de su crucial papel en la salud de las mujeres, su diseño ha permanecido prácticamente inalterado durante siglos, perpetuando una experiencia a menudo intimidante. Sin embargo, este panorama está a punto de cambiar gracias a dos ingenieras de la Universidad de Delft, en Países Bajos, quienes se han propuesto revolucionar este controvertido utensilio, buscando hacerlo menos doloroso y más amigable para las pacientes.






Las mentes detrás de esta iniciativa son Tamara Hoveling, doctoranda en diseño médico industrial, y Ariadna Izcara Gual, exalumna de maestría en ingeniería de diseño industrial. La inspiración para este proyecto surgió de la propia experiencia de Hoveling. «Por desgracia, tengo mucha experiencia con el espéculo vaginal. Nunca lo viví como una experiencia placentera y siempre me pregunté por qué tiene este aspecto», explicó Hoveling a AFP, destacando la necesidad personal y profesional de abordar este desafío.
La investigación de Hoveling la llevó a indagar en la oscura historia del espéculo, descubriendo que una de sus versiones fue desarrollada hace 180 años por el médico estadounidense James Marion Sims. Lo que más impactó a Hoveling fue la revelación de que este instrumento «fue probado en mujeres esclavas sin su permiso», un hecho que, según sus palabras, la motivó aún más a emprender este proyecto. Esta dolorosa historia del origen del espéculo subraya la urgencia de un rediseño que no solo mejore la comodidad, sino que también honre la dignidad de las mujeres.







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