Una historia de perseverancia y amor familiar ha captado la atención en las recientes audiciones del Miss Venezuela. Paulina Boada, una joven de 1.75 metros de estatura y estudiante de ingeniería, emprendió un viaje de 17 horas en autobús desde su natal Guasipati, en el estado Bolívar, hasta los estudios de Venevisión en Caracas. Acompañada por su padre, la aspirante llegó con la firme convicción de alcanzar un lugar en el prestigioso certamen de belleza, demostrando que no hay distancia que pueda frenar la búsqueda de un sueño.

El sacrificio de la joven y el apoyo incondicional de su progenitor conmovieron profundamente a misses, productores y diversas figuras del espectáculo presentes en el lugar. La imagen del padre esperando pacientemente fuera del recinto mientras su hija se presentaba en el casting no tardó en viralizarse, generando una ola de reacciones positivas. Incluso la actual Miss Venezuela, Valentina Martínez, dedicó mensajes de aliento a Paulina a través de sus redes sociales, convirtiendo este emotivo momento en una de las principales tendencias del día.

Conocida en su cuenta de Instagram como @paulinaboada_, Paulina no solo representa la belleza de la mujer venezolana, sino que también rompe estereotipos al combinar su formación en el exigente campo de la ingeniería con su pasión por el modelaje. Originaria de un pueblo minero al sur del país, este viaje representa su primer gran paso en el ámbito profesional, impulsada por una frase que su padre le repite constantemente y que se ha convertido en su lema de vida: «Los sueños se cumplen con fe y llantas quemadas».

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