En un mundo donde las jornadas laborales se extienden y las obligaciones diarias consumen la mayor parte del tiempo, cada vez más personas recurren a un comportamiento conocido como «procrastinación de la hora de dormir por venganza». Este fenómeno describe la decisión deliberada de retrasar el sueño para dedicarse a actividades de ocio y recuperar una sensación de autonomía sobre la propia vida, a pesar de ser conscientes de que esta práctica afectará negativamente su descanso y bienestar.

El término, popularizado a través de las redes sociales, refleja una respuesta psicológica a la falta de tiempo libre durante el día. Quienes lo experimentan sienten que la noche es el único momento en el que pueden ejercer control sobre sus horarios, dedicándose a maratones de series, navegando por internet o disfrutando de pasatiempos. Según la Sleep Foundation, no se trata de un simple acto de pereza, sino de un intento de «venganza» contra las presiones y la falta de momentos personales que imponen las rutinas diarias.

Especialistas en salud del sueño advierten sobre las graves consecuencias de esta práctica. La privación crónica de sueño no solo provoca fatiga, irritabilidad y una disminución del rendimiento cognitivo y físico, sino que a largo plazo aumenta el riesgo de padecer problemas de salud más serios. Según publicaciones de medios como la BBC y Psychology Today, la falta de descanso adecuado está asociada con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes y trastornos de salud mental como la ansiedad y la depresión.

Para contrarrestar este hábito, los expertos recomiendan buscar alternativas más saludables para recuperar el control y el tiempo personal. Estrategias como establecer pausas activas durante la jornada laboral, dedicar tiempo a actividades placenteras antes de la noche y crear una rutina de relajación previa al sueño pueden ser más efectivas. Priorizar el descanso no significa renunciar al tiempo propio, sino encontrar un equilibrio que no sacrifique la salud en el proceso.