La terapia asistida con perros, comúnmente conocida como perroterapia, se ha consolidado como un complemento eficaz en el tratamiento de pacientes con enfermedades crónicas, gracias a la capacidad de estos animales para ofrecer apoyo tanto físico como emocional. Entrenadores especializados preparan a los caninos para interactuar de manera segura y beneficiosa, incidiendo positivamente en la recuperación y el bienestar general de las personas. Este enfoque terapéutico aprovecha el vínculo innato entre humanos y animales para mejorar la calidad de vida en entornos médicos.

La base científica de la perroterapia reside en las respuestas biológicas que genera la interacción con los perros. Marian Soteras, directora de Enfermería del Cancer Center Clínica Universidad de Navarra, explicó a Infosalus que el simple acto de acariciar a un perro desencadena la liberación de oxitocina, hormona ligada al apego y la reducción del estrés. Esta reacción neuroquímica es clave para entender cómo el contacto con el animal puede generar una sensación de calma y confianza en el paciente.

Además de los beneficios biológicos, el impacto psicológico es significativo. La Fundación Affinity destaca que la interacción con perros terapeutas ayuda a disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que resulta fundamental para la relajación en ambientes hospitalarios a menudo estresantes. Desde una perspectiva emocional, la presencia de un animal en un entorno clínico puede romper con la percepción de un lugar estéril y despersonalizado, aportando una sensación de normalidad y calidez.

El portal especializado WeCanes subraya que el perro actúa también como un catalizador social, fomentando la comunicación y la expresión de emociones. Esto es especialmente valioso para pacientes que enfrentan aislamiento o sentimientos de soledad durante su tratamiento.

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