Hoy, al cumplirse 24 años del peor atentado terrorista en la historia de Estados Unidos, la nación se une en una jornada de solemne conmemoración para honrar la memoria de las casi 3.000 víctimas. Actos cívicos y un respetuoso silencio marcan el recuerdo en Nueva York, Washington D.C. y Shanksville, Pensilvania, lugares que quedaron grabados a fuego en la conciencia colectiva. En la Zona Cero, el tañido de las campanas y la lectura de los nombres de los fallecidos resuenan como un eco imborrable de una mañana que alteró el curso de la historia moderna.

El 11 de septiembre de 2001, la sensación de invulnerabilidad de la superpotencia mundial se desvaneció en cuestión de horas. Diecinueve terroristas de Al-Qaeda secuestraron cuatro aviones comerciales, estrellando dos de ellos contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York y un tercero contra el Pentágono, en Virginia. El cuarto avión se precipitó en un campo de Shanksville, luego de que los pasajeros y la tripulación se rebelaran heroicamente contra los secuestradores, evitando un mal mayor. Los ataques no solo dejaron una estela de muerte y destrucción, con más de 6.000 heridos, sino que también desencadenaron la «guerra contra el terrorismo» y redefinieron las políticas de seguridad a nivel global.

Donde alguna vez se erigieron las imponentes Torres Gemelas, un complejo que albergaba a más de 500 empresas y recibía a miles de visitantes diarios, hoy se levanta un poderoso símbolo de resiliencia y memoria. El National September 11 Memorial & Museum, con sus dos impresionantes cascadas que se hunden en las huellas de las torres originales, se ha convertido en un espacio de peregrinación y reflexión. A su alrededor, un renovado World Trade Center, con el icónico One World Trade Center como estandarte, demuestra la capacidad de la ciudad para renacer de sus cenizas, integrando el recuerdo en el vibrante pulso de la metrópoli.

Tendencias