La campeona olímpica venezolana, Yulimar Rojas, publicó la siguiente reflexión:

«Estos dos años han sido una prueba de fuego. Una lesión no solo cambia la rutina: transforma la mente, sacude el corazón y te obliga a mirar la vida desde otro ángulo. Hubo días en los que el simple hecho de caminar era una batalla, y noches en las que me preguntaba si alguna vez volvería a competir. El dolor físico es duro, pero lo más difícil es cuando la herida toca el alma, cuando te sientes frágil, pequeña e insegura.

Y sin embargo, en medio de la oscuridad, aprendí a encontrar luz. Aprendí a valorar cada paso como un regalo, cada avance como una victoria, cada señal de esperanza como un motivo para seguir. Esta experiencia me enseñó paciencia, me enseñó a confiar, y a reconocer que los tiempos de Dios son perfectos, aunque a veces no los entendamos. Sobre todo, me enseñó que un sueño verdadero jamás se rinde, porque vive en lo más profundo del corazón.

Esta medalla no está hecha solo de metal. Está hecha de lágrimas, de cicatrices, de noches interminables, de entrenamientos que dolían más que la propia herida, de pensamientos que me decían que me rindiera… y de la voz interior que me recordó que no había llegado tan lejos para detenerme. Hoy, con orgullo y gratitud, puedo decir que ese sueño de regresar con una medalla se hizo realidad.

Gracias a mi Dios, que nunca me soltó de su mano. Gracias a todo mi equipo de recuperación, a mis fisios —en especial a Miquel Cox @miquelangelcos.fisio— y a mi doctor Tomás Fernández, que me guiaron paso a paso en el proceso más duro. Gracias a mi equipo de trabajo: mi coach @ivanpedroso896, mi manager @asuarezbermudez, a mi @teamrojas45 y a cada persona que me regaló su aliento en los días en que más lo necesitaba. Gracias también a mi familia, que siempre fue mi sostén, y a todos los que creyeron en mí y caminaron a mi lado cuando el camino parecía imposible.

Hoy confirmo que los sueños no mueren con las caídas: se forjan en ellas. Hemos vuelto… y seguimos soñando más alto que nunca «.

¿Qué te parece?