Raquel Jiménez de Volpe, es una mujer cristiana católica, con profundo amor por el prójimo, hace casi 30 años se congregaba en la Iglesia La Santa Cruz, y al salir veía a personas en situación de calle comiendo lo que encontraban en las bolsas de basura.

Decidió no ser espectadora, o quedarse sólo con las plegarias que podía hacer por ellos, así que decidió llevar cada domingo comida para compartir.

Inmediatamente otras hermanas de esta parroquia se sumaron, eran tantos necesitados, que buscaron un lugar. Una humilde casa en el Centro de Puerto La Cruz sirvió de centro de operaciones para a diario brindar alimento, no sólo físico, sino una palabra del Cielo para estas personas que vivían en condiciones muy vulnerables.

Con el tiempo nace formalmente el Refugio de la Divina Misericordia, hubo una época en la que se atendían casi 300 personas diariamente, muchos que estaban en situación de calle, otros adultos mayores que no contaban con alimentos, “ha sido una obra de Dios, él es quien la sostiene y por eso REDIMI suma más de 20 años”, me dijo Marcela García, una de las voluntarias que se encarga de la parte contable. 

Hace unos años tuvieron que entregar la casa del centro y se mudaron a una antigua escuela de las hermanas Lourdistas, allí alquilaron el espacio, y Dios les mostró un nuevo propósito, brindar atención a niños de familias vulnerables.

Así que actualmente, en áreas diferentes, pero dentro del mismo complejo, atienden con almuerzos, palabras de fe, y ayuda de ropa, atención médica a casi 100 adultos mayores.

Y durante toda la mañana atienden a 60 niños, a quienes les dictan clases de manualidades, cocina, lectura, catecismo, la jornada termina con un rico y nutritivo almuerzo, para que a las 11:30 am, vayan cada uno a su colegio.

Es una labor titánica, si tomamos en cuenta la situación económica por la que atraviesa el país, sin embargo es una obra sostenida por la fe, “hay días en que sólo queda un kilo de arroz, y el Señor envía benefactores para que podamos seguir su obra”, dice Tania Jiménez, voluntaria, Para ellos en REDIMI, la frase “Jesús en ti confío”, es más que un mantra, es una poderosa afirmación.

Benefactores que lo hacen posible

A lo largo de estas dos décadas han contado con el apoyo de empresas y particulares que con su aporte permiten que a diario las personas sean atendidas con amor y dignidad. Pues aunque las instalaciones en las que hacen el trabajo son bastantes sencillas, la pulcritud y el orden reina.

Tienen una hermosa capilla en donde tantos los niños, como adultos reciben la Palabra diaria. 

Un médico odontológico donó un consultorio en donde próximamente estarán pasando consultas. A veces médicos voluntarios pasan consultas gratuitas a la población que acude a REDIMI.

Realmente el trabajo que inició la señora Raquel hace más de 20 años sigue vigente, con excelencia y amor, “cada niño que es atendido aquí, es un niño al que impactamos de manera positiva, es un niño que sabe que alejamos de vicios, y de muchas situaciones, en un futuro esos valores los tendrá presente”, me dijo María de Jesús García, voluntaria.

Más que como periodista, como persona, agradezco que me hayan recibido para ver el hermoso y titánico trabajo que hacen. Si desean colaborar con ellos les pueden escribir a su Instagram, los dones y talentos que puedan poner al servicio son bien recibidos, así como los aportes de alimentos, ropa o calzado.

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