El cuerpo sin vida de Lucas, un niño venezolano de 4 años, fue localizado la noche del pasado 3 de diciembre en un antiguo cargadero de minerales situado en una playa entre Garrucha y Mojácar, en Almería, España. El hallazgo se produjo a las 11:15 pm tras un operativo de búsqueda coordinado por la Guardia Civil y otras agencias de seguridad, luego de que el menor fuera reportado como desaparecido. Según los informes preliminares, el cadáver presentaba evidencias de fuertes golpes y violencia sexual, revelando un escenario de brutalidad extrema contra el pequeño.

Las autoridades detuvieron inmediatamente a la madre del menor, Bárbara Ysmar, de 21 años y actualmente embarazada de cinco meses, junto a su pareja, Juan David Herrera. Ambos se encuentran ya en prisión sin fianza, acusados de los delitos de asesinato y maltrato habitual. La incriminación se ha visto reforzada por la difusión de un audio obtenido por el diario El Mundo, en el cual se escucha a la madre admitir entre sollozos, con el sonido del mar de fondo: «Creo que he matado a mi hijo. Yo me voy a morir. No quiero vivir sin mi hijo».

El entorno familiar ya había dado señales de alarma; Martín, el abuelo materno de Lucas, aseguró haber advertido sobre el maltrato constante al que era sometido el niño. Sin embargo, lamentó que nunca se activaron los protocolos de protección debido a la inexistencia de partes médicos, ya que la madre y su pareja evitaban deliberadamente llevar al niño al hospital para impedir que las lesiones y huellas de violencia quedaran registradas en el sistema sanitario.

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