Maestra venezolana le «echa pichón» trabajando en escuelita rural y en una posada en Boca de Uchire

Érika Tonito es una mujer venezolana como muchas, echadas para adelante, dispuesta a cualquier sacrificio con tal de brindar a sus hijos lo necesario para que se conviertan en hombres de bien.




Tiene 37 años, al salir de bachillerato estudió y se graduó como técnico en informática, aunque siempre anhelaba ser educadora,  gracias al título que obtuvo trabajó durante 10 años y seis meses en la agencia de Boca de Uchire en el Banco Caroní. Estando en la entidad bancaria abrieron educación en una Universidad en su zona de residencia, y comenzó a estudiar y se graduó en el año 2013.


Cuatro años más tarde, habiéndo culminado su trabajo en el banco, comienza a trabajar en una escuela, una experiencia que le cambió la vida a Tonito, allí se dió cuenta que era lo que siempre quiso, enseñar a los más pequeños, sentir que contribuye con su desarrollo como individuos de la sociedad.


Pero para esta educadora la situación no es distinta a lo de muchos otros en Venezuela, y trabajar sólo por vocación no permite llevar el pan a sus hijos Daniel Alejandro, José Daniel y Rodrigo Antonio, por eso decidió hace 3 años hacer otra cosa que permitiera aumentar sus ingresos económicos.


La mamá de Érika trabaja en la Posada La Cojinúa, ubicada en el Istmo Caribe de Boca de Uchire, en una temporada estaban buscando personal y se lo comentó a la hija, ella sin dudar se ofreció, y ya tiene tres años combinando sus labores como docente y el del servicio al público en el lugar turístico.


Cuenta que mayormente trabaja los fines de semana en la Posada, pero cuando es temporada va todos los días, “eso sí me jefe sabe que soy educadora, me apoya para que primero vaya a la escuelita y después venga a la Cojinúa, este trabajo también lo disfruto mucho, aunque es demandante hacer ambas cosas, pero decidí no quedarme en la queja y salir hacia adelante”, dijo.


Como otros educadores lucha por mejores condiciones en su trabajo como educadora, quiere seguir en las aulas, “me gustaba enseñar y transmitir mis conocimientos,  sobre todo a los niños más pequeños. Cuando estudiaba informática tenía una tía que me buscaba para que le hiciera las suplencias en la escuela, allí le tomé mucho cariño a los niños. Actualmente digo que ser educadora es lo mejor que me ha pasado en la vida, el escuchar en plena avenida ese grito a todo pulmón de alguno de mis alumnos o ex alumnos,  “maestra, maestra”, y que le digan a la persona que lleva al lado ella es mi maestra, eso es me llena de energía el alma y el corazón, para mí eso no tiene precio”, concluye Érika, una educadora venezolana que se faja a trabajar sin complejos para sacar a su familia adelante.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s